D. Santiago Medina en el recuerdo

Se ha colocado una fotografía de D. Santiago Medina como homenaje al que fuera párroco de Fuente Álamo de 1882 a 1910. Por expreso deseo de D. Jerónimo Hernández, la imagen de este sacerdote que honró a Fuente Álamo con su vida ejemplar se encuentra en el despacho parroquial.

No hay duda que este presbítero marcó con su buen hacer la vida de la parroquia y la villa, hasta el punto de que hoy en día se emprenden proyectos que llevan su espíritu, como adquirir un nuevo órgano de tubos para suplir la ausencia del que instaló D. Santiago en su momento, y que fue bendecido el pasado 3 de junio por el obispo, Mons. D. José Manuel Lorca.

Comenta nuestro párroco D. Jerónimo Hernández Almela: «En breve, se conocerá otro proyecto relacionado con aquel párroco y su época».

Muchos han sido los sacerdotes que desde, al menos, 1569, han regido esta parroquia y han iluminado con el testimonio de sus vidas el Evangelio que predicaban, pero para D. Jerónimo: «D. Santiago Medina merece ser recordado por sus virtudes, su entrega a Dios y a los demás, su amor a los pobres, su fe inquebrantable en la Divina Providencia, y su pasión por la parroquia y por Fuente Álamo. Que la presencia de su imagen sirva como faro luminoso que oriente los pasos de los sacerdotes y seminaristas que ejerzamos en la parroquia nuestra labor apostólica».

Breve reseña de su vida:

Santiago Medina Martínez nació el 26 de julio de 1844 en la calle Jabonerías de Murcia y fue bautizado al día siguiente con el nombre de Santiago Mariano de las Angustias Bartolomé, en la iglesia de San Bartolomé de Murcia. 

Estudió con brillantes notas en el Seminario de San Fulgencio y fue ordenado sacerdote en la Iglesia de Santiago de Jumilla, siendo apadrinado por sus padres y predicando el párroco D. Pedro Pou de San Antolín. Su primera misa cantada tuvo lugar en la Iglesia de San Agustín – hoy de San Andrés – de Murcia el 31 de mayo de 1870.

Tras permanecer más de dos años sirviendo la capellanía de las reales monjas agustinas de Murcia, se le nombró cura ecónomo de La Ñora y Javalí Viejo en 1876 y allí estuvo hasta 1882. A primeros de marzo de ese año fue trasladado a Fuente Álamo como cura ecónomo, encontrándose con una iglesia casi en ruinas que logró reconstruir y mejorar considerablemente, llegando a contar con sacristán, organista y campanero. Mediante oposición fue confirmado como párroco en 1888.

El 18 de abril de 1910, a los 65 años de edad y tras pocos días de cama, entregó su alma a Dios. Aquellos últimos días los pasó con total lucidez, entre los sollozos de sus feligreses que desfilaban junto al lecho para besar por última vez su mano que tantas veces les bendijo, y contestando a la recitación de la letanía Lauretana. 

Su cadáver fue revestido con los ornamentos propios y portaba entre sus manos el cáliz con el que durante cerca de cuarenta años ofreció a diario la Sangre de Cristo.